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El juego en los tiempos del VAR

Foto del escritor: Fleur GauffenyFleur Gauffeny

No hace mucho tiempo, la victoria de los equipos de fútbol estaba en la azarosa actitud de los árbitros. Podían ver, o no ver, una jugada vital del partido y pitar un penal a favor del contrario dependiendo enteramente de su juicio y el de los árbitros asistentes. ¿Cuántos de nosotros, los aficionados, que vimos la injusticia de una falta mal marcada gracias a los diferentes ángulos de las cámaras que transmiten los partidos, le gritamos al árbitro toda clase de improperios? Bueno, pues esos días se han terminado, porque así como nosotros, los árbitros ahora pueden repetir las jugadas en el denominado VAR (sistema de Video Arbitraje), un nuevo juez ineludible que le ha quitado el azar y la pasión a uno de los deportes más bellos del mundo.


Fue gracias a la FIFA que se incorporó el VAR, o la tecnología, como ellos le llaman, para evitar, dentro de lo posible, errores arbitrales en jugadas polémicas que el ojo humano no alcanza a ver. El VAR se estrenó en el pasado Mundial de Rusia 2018, durante el partido de Brasil vs Costa Rica, donde Neymar actuó una caída para conseguir un penalti y el VAR lo desmintió. A partir de entonces, el VAR ha sido implementado en casi todas las ligas de fútbol del mundo, con excepciones de la UEFA Champions y la Premier League.


El ambiente que se respira, tanto en la cancha como en la tribuna, es otro después del VAR. El árbitro ahora tiene, además de sus asistentes, a un ojo que todo lo ve y al que nadie puede engañar, un ojo que recuerda a la “Revisión” del fútbol americano, en la que se revisa la jugada para determinar si habrá una penalización de yardas o es una jugada válida. Es la tecnología de quién depende la autoridad y el árbitro sólo la ejecuta. En sí, no es un cambio negativo, ya que ha evitado reclamos innecesarios de jugadores histriónicos que piensan que pueden jugar sucio y salirse con la suya, pero es una medida a la que todos los integrantes del fútbol nos ha sido difícil acostumbrarnos. El ritmo del juego se detiene durante la revisión, dejándonos en la incertidumbre de lo que el árbitro y su equipo están viendo, minutos que serán recuperados después de los 90 reglamentarios. No es coincidencia que muchos de los jugadores presenten mayor desgaste físico desde que el VAR se convirtió en parte del arbitraje. Pocos son los equipos profesionales cuyo rendimiento supera los 115 minutos de un partido regular.


Hasta ahora, el VAR ha sido aliado para muchos y enemigo para otros. Sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, el fútbol tendrá que adaptarse a este cambio que tal vez no guste, pero que, en definitiva, era necesario para conservar la justicia del fútbol.

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